Secundaria 15 Albert Einstein: Hector Salgado Corona Gen79-82 - Salida
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lunes, noviembre 03, 2008

Hector Salgado Corona Gen79-82 - Salida

LA HORA DE LA SALIDA

…Solo cinco minutos…, -que tan relativo es el tiempo-, al filo de la última clase, los últimos minutos son eteeeeeeernos, (no recuerdo con precisión la hora de salida del vespertino, ¿ocho… ocho diez de la noche? –no lo recuerdo-), todos checábamos la hora, ¡hey! … cuanto falta… el interrogado respondía en voz baja: ¡cinco minutos!
Ya en tercer año, una de las últimas clases que teníamos -creo tres o dos veces a la semana-, recuerdo, era precisamente la de matemáticas ¡imagínense!..., veíamos al maestro, como cuando miras una película sin audio, su mano hacia en el pizarrón una serie de trazos que nadie entendía (estaríamos viendo algo de geometría), veíamos también que sus labios se movían y su rostro gesticulaba, pero nosotros… ¡ni en cuenta!…, la molestia del profesor no se hacía esperar, cuando alguien de nosotros comenzaba a guardar sus cosas, decía con tono grave: “haber compañero todavía no terminamos”, y agregaba: “no nos vamos a ir, hasta que hayamos terminado el tema, ¿esta bien?”,… ¡Dios mío que desesperación!..., trataba uno de enfocarse en la clase, por si el maestro atacaba con una pregunta, pero todo era inútil, las neuronas no daban para más, digo…. si es que alguna vez funcionaron bien… ¡hasta que por fin!, una vez que había dado la tarea, el profesor, indicaba: “guarden sus cosas y salgan en orden”, cuando daba estas indicaciones, sorprendentemente ya todo mundo teníamos nuestras cosas guardadas, y los que se sentaban al fondo del salón (yo lo hacia en medio), ya estaban parados con sus morrales puestos en la espalda, en eso si que éramos rapidísimos; como hileras de hormigas íbamos desalojando los salones, para esos momentos Don Wenses ya tenía la puerta de atrás abierta, afuera esperaba una multitud, que primero eran solo una serie de siluetas parcialmente iluminadas, y conforme te acercabas a la puerta, ibas reconociendo o diferenciando rostros, algunos de ellos ya familiares, como los de las mamás de algunas compañeras o compañeros que los esperaban, algunas ya conversando entre sí, (es curioso, pero toda esa gente, todos los días esperaban en el mismo lugar, como si ya lo tuviesen apartado, quizá -yo nunca lo supe-, era parte de la estrategia de algunos familiares para contactar más rápido a sus hijos, pues estos al salir ya sabían el lugar preciso, donde los esperaban); bien… al salir incluso reconocías rostros de compañeros recientemente egresados de la “secu”, iban a saludar, les notabas cierto orgullo de haber “salido ya de tercero”, y de estar en la “prepa”, vocacional, etc., algunos ya ostentando una reluciente melena, barba o bigote, ya no eran unos “niñitos de secundaria”, incluso no faltaba alguno que llegaba condiciendo una moto o automóvil; el paso de los automóviles se obstruía por todo el bullicio que se armaba, al ruido de los claxonazos también podías ver como las luces de los automóviles recorrían a toda la bola de gente que se agrupada en la salida, y continuaban iluminando lo largo de la calle, a veces te pegaban de frente, y te cegaban, despedirse de los compañeros siempre fue una bronca, por que siempre había algo que comentar, o un chisme que contar, el alargamiento de la despedida comenzaba por ejemplo con estas frases:… ¿supiste que fulanita “cortó” a perenganito?, ¡ha!... ¿neto?, o bien: ¡oye wey! ¿le llegaste a la del 34?, ¿ya viste que quiere conmigo?, y esto daba pie a que el cotorreo o discusiones fueran interminables, algunas veces nos íbamos a tomar “el chesco” a uno de los estanquillos que estaban en las callecillas que entroncan con la calle principal por donde salíamos, la hora de la salida siempre tuvo esa sensación de liberación, (algo parecido al viernes cuando se terminas la jornada laboral), un pequeño regocijo de haber cumplido con un deber, también la oportunidad de dar rienda suelta a todas la inquietudes contenidas en horas de clases… “…oye ¿de que reías en geografía?, a la luz que producía el interior del estanquillo, a la entrada del metro, en la parada del “Ruta 100”, etc., tenías el último contacto del día con tus compañeros, que era el cierre del día y el preámbulo para el siguiente.
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Que tal Alberto (permíteme saludarte ahora al final del texto), para que los publiques, ahí te mando estos recuerdos que estaban ocultos en algún sitio de mi memoria.
Por otro lado, espero que toda la gran comunidad de la quince pase un chido día de muertos, que la esencia de nuestros seres queridos, ya idos, nos acompañe… ¡ha por cierto¡ ¡no he puesto la ofrenda de la casa!, mis muertitos se me van a enojar, nos vemos.
¡Saludos!
Siempre quince.
Héctor Salgado Corona.
salgadoh966@hotmail.com

2 Comments:

Blogger Secundaria 15 said...

Gracias Hugo.
Bueno, éste texto nos hace también entender otros escenarios completamente ajenos a los del matutino.
Creo que ese es su principal valor.
La escena de una hora de salida de noche, es verdaderamente descubrir un nuevo mundo.
Gracias por darlo a conocer a muchos, muchos de nosotros.

Y cierto Hugo “Siempre quince” y si me permites agregar de acuerdo con lo que es el mundo (no una globalización manipuladora):
Siempre quince con su diversidad, con su mosaico de pequeñas culturas, con sus dos turnos… pero siempre una quince.
Un abrazo.
Mastache

10:19 a.m.  
Blogger Erick A. said...

Buenas memorias Hugo describiste la salidad tal como fue, deja recordarte algo, el primer timbre sonaba a las 8:00 en punto y a esa hora salian los primeros salones (los de la planta baja) mas o menos a las 8:05 salian los del nivel de enmedio y a las 8:10 sonaba el tercer timbre y salian los de hasta arriba, cuando teniamos taller en las 3 ultimas horas saliamos con el primer timbre, era impresionante la disciplina que teniamos que observar ya que cualquier detalle hubiera dado al traste con esa planeacion tan exacta que se tenia. Me imagino que tu eras de los chavo tranquilos porque nunca mencionaste los tiros que se armaban a la salida.
Les voy a contar la parte oscura de la secundaria, en el camellon justo frente al hospital de la mujer era conocido como el campo de batalla de los grandes, alli era el escenario de las grandes peleas. Era todo un rito, que empezaba desde que a la hora del descanso por cualquier motivo alguien te cantaba un tiro hast el momento de llegar al camellon a la hora de la salida, era muy comun ver como se dirigian al campo de batalla los contendientes el que se iba a pelear iba por delante, jamas iba cargando la mochila ya que de eso se encargaban sus cuates y detras de el le seguian por lo menos la mitad de los hombres de su grupo listos para que nadie se metiera, eso era de ambos bandos, nunca faltaban las chavas a quienes les gustaban las emociones fuertes echando porras y la novia llorona que te decia no te pelees, alguna mama histerica de ver como dos chavos se liaban a golpes y casi siempre y despues de acabado el show las sirenas de las patrullas y las julias que llegaban a cargar a quien se encontraba, a mi gracias a dios jamas me llevo la policia, esas aventuras son un poco extremas, como ya he mencionado en algunos post que he hecho en el blogg yo era un niño problema y vaya que lo era, en aquel tiempo y debido a monton de desordenes mentales que yo traia era mi hobbie preferido el andarme agarrando a trompadas con cualquiera que me viera feo, era muy agresivo, igual me rompieron la cara cualquier cantidad de veces, entre mis anecdotas esta el que siempre iba a parar al hospital de la mujer con algun descalabro, nariz rota etc etc.
Deja te cuento algo, como recordaras habia cierta rivalidad con los de la 96 que segun eran los chicos malos, pero cuando alguno de la 96 se metia con uno de la 15 entonces si habia bronca de verdad porque era escuela contra escuela hoy lo recuerdo como anecdotas divertidas no por eso quiere decir que estaba bien hacerlo, de hecho siempre le he dicho a mis hijos que la violencia genera mas violencia que hay maneras de arreglar las cosas sin llegar a la agresion, pero eso se va entendiendo con el paso de los años.
Me encanto leer tus lineas tienes el don de la descripcion, por unos minutos me remontaste a mis 14 años y te lo agradezco.
Recibe un cordial abrazo y cuando quieras escribeme a mi mail y si acostumbreas chatear a ver cuando nos vemos en linea
erick1970@yahoo.com

Saludos

Erick

11:46 a.m.  

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