Gisela Rosales Alvarado Gen52-54 - Revoloteos

¡Hola, Alberto!

Como me dijiste que te escribiera yo de “algo”, bueno… pues, ahí te va esto… ¡después no te quejes!

HABLANDO DE CORRUPCIÓN

¡Es el tema de actualidad! Se habla de la corrupción de las autoridades, que si los diputados y senadores, que…, bla, bla, bla, y que nosotros, los simples ciudadanos, debemos participar, no en practicarla, sino evitándola. Creo que esto último es cierto, yo te aseguro que esas autoridades de las que nos quejamos, antes, cuando no estaba “ungidos”, hacían sus prácticas de corrupción dando una “mordida” al oficial de tránsito por estacionarse en lugar prohibido, o por pasarse la luz roja del semáforo, o por no tener actualizada la licencia de manejo, por mencionar algunas de las, aparentemente, “pequeñas infracciones” que se cometen diariamente; y ahora, que tienen fuero, las pueden cometer con impunidad, y además, pueden seguir corrompiéndose y corrompiendo a otros porque tienen más elementos a su disposición para hacerlo.
Y, claro, decimos que si lo hacen ellos, pues también lo puedo hacer yo… y ahí nos la llevamos, ¿verdad? Lo malo que es que eso es un ejemplo pésimo para los jóvenes y niños, de manera que ellos lo practican o practicarán como algo normal, me refiero a transgredir los reglamentos y las leyes; y aunque creamos que son acciones insignificantes, la realidad es que pega y pegará en la gobernabilidad como lo estamos viendo y viviendo.

Bueno, esto lo sabemos todos… a lo que voy es que, así como cometemos “pequeñas infracciones” de tránsito, o “pequeñas transgresiones a los reglamentos establecidos”, de la misma manera ESTAMOS CORROMPIENDO EL IDIOMA. ¡Dime si no!, cada día es más triste ver que se habla el español con un vocabulario extremadamente corto, y salpicado de una o dos palabras que se repiten diez o doce veces en un parlamento, y que, en mis tiempos, eran insultos graves que sólo los usaban los cargadores de la Merced, o personas que no habían tenido la oportunidad de ir a la escuela. Pero ahora… ¡Qué va! Si no usas esas palabras eres de la “momiza”, ¡Buuu, buuu! Y hasta una trompetilla te lanzan. Y no se diga de la escritura del español… ¡Guau! ¡Ahí si que la gente se sublima! Y hasta a orgullo lo tienen, porque si tú les comentas de algunos errores en la escritura, lo que responden es: ¡Pero le entendiste, ¿no?!

Sí, si le entendí, pero no se trata de eso; no se trata de que tenga yo que leer dos veces un escrito para darme cuenta de lo que están tratando de decirme. Se trata de demostrar que tenemos cierta cultura presentando textos que la mayoría de las personas puedan entender sin dificultad; esto se haría solamente siguiendo las reglas de la gramática y de la ortografía.

Si lo que escribimos es una representación gráfica de lo que pensamos y hablamos, entonces, vamos a escribir correctamente para que transmitamos con exactitud lo que queremos decir y que no haya malos entendidos. Esto es muy útil, sobre todo en las comunicaciones escritas dentro de nuestro trabajo, puesto que, con nuestros escritos, demostramos nuestro nivel cultural y el respeto o atención que tenemos hacia el lector de los mensajes. De la manera en que escribamos, obtendremos una respuesta: positiva, si lo que escribimos está bien redactado siguiendo las reglas establecidas, o negativa, si decidimos no seguirlas. ¡Así de fácil!

Me vas a decir, ¡Es que la gramática es muy complicada… reglas, y restricciones, y excepciones…! Sí, es cierto, pero si queremos eludirlas resulta peor porque nadie nos entenderá. Adicionalmente, la forma como escribimos da una clara idea de nuestra personalidad, a tal grado que, emulando el dicho de: “Dime con quién andas, y te diré quién eres”, yo acostumbro decir: “Muéstrame un escrito tuyo, y te diré quién eres”, o, un poco más duro: “Muéstrame un escrito tuyo, y te diré de qué tamaño (cultural) eres”.

No quiero decir con esto que yo sea lo máximo en español, ¡No!... Mi pretensión es invitarte, a ti mi bueno y querido amigo, a colaborar conmigo y combinar fuerzas para impulsar esta cruzada llamada “MEJOREMOS NUESTRO IDIOMA”, que implica mejorar nuestra ortografía; evitar, en lo posible, el uso de vocablos en otros idiomas; evitar completamente la invención de nuevas palabras o suprimirle letras a las existentes (que dizque para acabar más pronto; yo a eso le llamo flojera o desconocimiento del idioma). Coincido con la mayoría en que los idiomas están vivos y deben ser transformados con el paso del tiempo; por ejemplo, vamos a proponer que las letras “V” y “Z” sean eliminadas de nuestro abecedario. Nosotros en México no las usamos al hablar, entonces no sería congruente usarlas al escribir, ¿no crees? Y como eso, algunas cosas más que se podrían encontrar para mejorar nuestro idioma; pero, primero debemos partir de conocerlo bien, para después, de manera organizada e institucionalizada, hacerle cambios. Y… ¡tú lo sabes! una manera de conocerlo, es a través de la lectura; hay que leer, y leer. Leer mucho obras, libros, novelas de nuestros escritores famosos. También, de escritores de habla hispana no nacionales y también, porqué no, buenas traducciones de otros autores. Así, además de incrementar nuestro vocabulario, vamos a conocer nuevas maneras de expresar las ideas. Si agregamos el apoyo de un buen diccionario “español – español” tendremos muchas más herramientas para mejorar nuestros escritos.

Bueno, Alberto, creo que ya lo hice muy largo… pero quería expresarte parte de lo que tengo revoloteando dentro de la cabeza. Si crees que vale la pena meterlo en el Blog… pues hazme ese favor.

Saludos afectuosos,

Gisela
giroal4@prodigy.net.mx