Hector Salgado Corona Gen79-82 - Laberinto

Alberto, como siempre un gusto saludarte, ahi va otra historia, un fuerte abrazo, gracias.

Laberinto

Después del descanso, el patio enmudecía, permanecía llano y callado, su superficie parecía extenderse y se agrandaba, que diferencia de ese patio bullicioso y estridente que en el descanso era una especie de laberinto, en el que te metías por mil senderos en una especie de aventura diaria, donde siempre buscabas algo.

Divagan en mi mente imágenes de ese patio soleado de la secu, mezcladas con palpitaciones fuertes del corazón, por que cada descanso era una aventura nueva, quizá por que al buscar el juego y la confrontación, a la vez te descubrías a ti mismo, día con día.

¿Cómo?...

Si…es decir:

Conforme pasaba el tiempo te reconocías a través de los compañeros; por ejemplo, yo no sabía que fuera del círculo de mis amigos mas próximos, la imagen que tenían de mi era la de un chavo muy serio, hasta cierto punto sangrón. Ciertamente de entrada su servidor no era muy expresivo, mas bién era reservado y tímido, por ejemplo recuerdo que como ya había relatado en otra historia, en un chismógrafo una compañera de otro grupo, me mando un recado diciendo “me gustaría conocerte, pero eres la seriedad en persona”, bueno, como esa chavita me latía, tuve que hacerme de no se que recursos para no parecerle tan serio.

Entonces, a partir del día en que recibí ese recado, cada descanso fue una verdadera aventura, una especie de lucha contra mi mismo, trataba de no ser el que siempre era, y la vez esperaba sobreponerme a mis emociones. Efectivamente, al salir del salón hacia la cooperativa o ganar un espacio en las canchas, en adelante, el verdadero objetivo era verla y establecer un contacto visual con una sonrisa, para luego con cualquier pretexto comenzar una charla, o mínimo conectar con algún valedor que la conociera, para que después éste, te la presentara (¿se acuerdan de esos juegos?).
salgadoh966@hotmail.com

Las primeras pláticas eran cortísimas, no podía ser de otra forma, ¿Cómo brincar de un: “que onda como estas”, a un “me gustas”?, entiendo que había otros métodos como el de: ¿me cambias un veintiuno? (como dice el buen Erick), mas directos y efectivos ciertamente, pero…. no se… simplemente siento que no era mi estilo, prefería el preámbulo, el rondar, el buscar…

Recuerdo aquellas noches de un día difícil (¿donde he oído eso?), solía escuchar Radio Universal (que estaba hasta el final del cuadrante de FM), y la música me transportaba a lo ocurrido en el día, muy en especial a ese radiante patio escolar… así saboreaba esos instantes vividos con ella, cualquier circunstancia, gesto, ademán o palabra se quedaba grabado, y se proyectaba sin fin, y la imaginación volaba, traspasando cualquier muro, y entre la conciencia y el ensueño, me repetía: “mañana se lo digo”.

Entonces los días tenían un especial significado, y uno a uno se sucedían con una emoción, lejana al principio y mas viva conforme se acercaba el momento de tenerla frente a frente, no solo era la atracción sexual, su cercanía, su voz, sino un todo, como si fuéramos el centro del universo, y lo demás fuese accesorio, nada importaba, solo había un antes y un después de…, hasta que un buen día a la hora de la salida, no dijimos nada, el nerviosismo, los gestos y las manos expresaron todo, y en un encuentro cálido, la promesa entre los dos culminó con un beso, único, profundo, y por tal razón valioso y memorable.

El laberinto que comenzó en el patio escolar a la hora del descanso, encontró su fin a la hora de la salida, en algún lugar escondido fuera de la escuela, siendo el único cómplice la noche, con un eco tardío al final de la banda de FM.

¿Y yo?...

Pues….

Vuelvo a escuchar la radio.

Siempre quince

Héctor Salgado Corona.