Erick Argueta Generacion 83-86 - Un excompañero Futuro Presidente de la República
Empezaba el curso de Segundo de secundaria, ya todos nos conocíamos y existían los clásicos círculos de amigos, como todos recordaran nuestra popularidad e imagen dependían directamente de con quien nos juntábamos, había el grupito de los matados, el de los desmadrosos, estaban los deportistas, los reventados (que siempre tenían fiesta el fin de semana y si no la tenían la organizaban) los fresas, los nerdos, el de los gandallas y así podía irme de frente catalogándonos a todos. Yo era indefinido ya que a pesar de ser de los desmadrosos mis calificaciones eran buenas (cosa que desconcertaba a todos los maestros) pero nunca me junte con los matados, mas bien la rolaba con los desmadrosos y los gandallas y con los nerdos cuando se trataba de hacer un trabajo de equipo y me daba hueva hacerlo, ellos eran muy útiles para esto. Un buen día llego al salón un compañero nuevo, recuerdo muy bien que llego con su uniforme impecable, oliendo a Nuevo, sus zapatos brillaban que hasta te podías peinar frente a ellos, llevaba bajo el brazo una libretita forma francesa y una pluma bic, el prefecto (el Chori) nos lo presento, resulta que se llamaba Marcelino, era de origen Oaxaqueño, se veía a leguas su extracción humilde y sus ganas de luchar. Ese día en la clase de historia nos fue presentado el Nuevo compañero, el Chispita (Prof. Constantino Carrera Marin de Historia) estaba al frente del grupo en esa hora, como siempre en su clase parecía un tianguis, nadie estaba en su lugar, todos por todos lados, el maestro hablando como loquito sin que nadie le hiciera caso, pero cuando el nuevo compañero entro se hizo el silencio y la curiosidad nos invadio a todos. Lejos de lo que todos ustedes pudieran pensar (los que han leído mis relatos pensarían que le iba a empezar a cargar la pila al chavo) yo fui de los primeros en hablarle, le pregunte de donde vivía, me dijo que por el metro hidalgo, en aquel entonces yo vivía en portales así es que me tenia que chutar solo casi toda la línea dos del metro, así es que no me vendría mal algo de compañía a la salida ya que nadie vivía hacia aquel rumbo y todas las noches me la aventaba solo en el metro, ese día este cuate se fue conmigo y allí empecé a hacer algo que hasta el día de hoy disfruto mucho: Conocer a las personas. Era un chavo bastante retraído, me decía que venia de la región del Istmo no recuerdo el nombre de su pueblo, su hermana había llegado a trabajar a la ciudad como empleada domestica y sus patrones le habían dado permiso de traer a su hermano para que estudiara en la Gran Ciudad. Recuerdo que a los pocos días que Marcelino llego al salón me mando llamar el profesor Constantino y me dijo: “Argueta yo se que eres el líder, quiero pedirte que no molestes a Marcelino, es un buen muchacho y solo quiere estudiar, gente como el hacen grande a nuestro país, recuerda que Don Benito Juárez era como el, de extracción humilde y llego a ser presidente”. Aquel día yo vi. a Marcelino de una manera diferente, quizá las palabras de un buen maestro pudieran meterse en nuestro inconciente y cambiar en algo la manera de ver las cosas, yo vi. a Marcelino sentado en la silla presidencial, y rodeado de guaruras como a Miguel de la Madrid, dije sopas, a lo mejor puede ser el bueno. Y la verdad no dudo que esto haya estado lejos de la realidad, ya que el Marcelino resulto bueno para la escuela, luego luego se dio a notar, sabia hablar zapoteco pero el ingles se le dificultaba, quizá entre el y yo no nació una gran amistad pero era mi cuate, una vez me rife un tiro a la salida con un chavo de tercero y dos de sus compañeros se metieron y me estaban echando montón, pues el Marcelino que se los surte a los dos, y la cosa se puso mas pareja, entonces me di cuenta que también era bueno para los trompos y la verdad siempre hace falta un aliado así, mas cuando uno es medio peleonero. Y así pasaron los meses, y nuestro futuro señor presidente seguía cosechando éxitos en mi salón, era buen alumno, bastante aplicado y muy tranquilo, su único defecto era que le gustaba juntarse conmigo, era una mezcla medio rara, ya que según se pensaba o yo me volvía buena gente o echaba a perder al Marcelino, y la verdad nunca ocurrió ni lo uno ni lo otro, ese fue lo mágico de aquella relación, Marcelino nunca se atrevió a hacer todas las idioteces que se me ocurrían a mi ni yo pude portarme bien como el. Todas las noches era lo mismo subirnos al metro y pasar por lo menos 15 minutos platicando de su pueblo, de sus costumbres y de las muchas ganas que el tenia de triunfar, al escucharlo me remontaba a los cerros que el me describía, los atardeceres en el campo y al olor a hierba fresca que solo los que hemos tenido la oportunidad de estar en ese ambiente podemos conocer.Un buen día Marcelino no fue a la escuela, recuerdo que fue por diciembre, ya que nosotros haríamos la pastorela, yo tenia el papel principal de la pastorela que yo mismo escribí y que yo mismo dirigí (eso si es pura presunción pero lo tenia que decir y saludos a la maestra María Elena Mendoza de Español donde quiera que este) y mi San José no aparecía por ningún lado, y la verdad con todo el ajetreo de la pastorela pues buscamos otro sustituto y le dimos para adelante al proyecto y nuestro futuro presidente se quedo en el olvido.Después de las pastorela vino la calma, fue cuando caí en la cuenta que debía de buscar a Marcelino y ver si no le había pasado nada, solo recuerdo que vivía en una casa en la calle de violeta en la guerrero, y con solo ese dato en la mente me di a la tarea de encontrarlo, fui a la calle en una de las casas que se parecían mucho a la que el me describió, mas o menos la ubique rápido por las señas de una tienda que el me dio, y me pare allí y toque, salio un señor medio enojon que me vio de arriba para abajo y me dijo que buscaba, le explique que buscaba a mi amigo Marcelino y en efecto esa era la casa señalada, pues pásale me dijo, veo que eres de la 15, yo soy exalumno de esa escuela y amigo del maestro Becerril, yo recomendé a Marcelino para que lo aceptaran, pero no se hallo su hermana y se regreso a su pueblo, mil cosas pasaron por mi cabeza, por ejemplo que mi amigo quizá ya no seria presidente de la republica o que si lo llegaba a ser no estaría yo a su lado para gozar de su gloria (y de un buen hueso en el gabinete) así es que me despedí del Señor y me retire. Después me metí al metro y llegue al salón, a nadie le dije lo que me acababa de enterar y nadie me pregunto, es un secreto solo mío. Nunca mas supimos de Marcelino, quizá regreso a su pueblo a cuidar a sus animalitos, o quizá a sembrar su tierra, quien sabe, el caso es que hasta hoy no ha llegado a la presidencia, cada que veo noticias de política o cada que hay elecciones siempre me fijo si por allí veo su nombre, quizá anda por allí haciendo proselitismo para meterse de lleno a la política, quien sabe, aunque pensándolo bien al Marcelino como que no le latían esos rollos, el quería ser arquitecto y de cualquier manera si llega a la grande quizá ni se acuerde de mi, pero donde quiera que este... yo si lo recuerdo al wey
Erick Argueta
erick1970@yahoo.com
3 Comments:
Todos tenemos historias como esa. Tocas muchos temas y sugieres muchos más que se le quedan a uno, revoloteando en la mente.
La diferencia es que nosotros no nos atrevemos a contarlas pero además, la diferencia es la pluma mi querido Argueta.
Espero que tus escritos animen a otros; bueno de hecho ya está sucediendo.
Muy amena.
Gracias.
Mastache.
¡Que tal querida comunidad de la quince!
Erick como siempre una buena historia, me hiciste reflexionar un poco sobre lo que en México llamamos la “figura presidencial”, al respecto, recuerdo que en un video basado en la obra del historiador Enrique Krauze (México Siglo XX, No. VIII, Clío), sobre la vida de Lázaro Cárdenas del Río, al narrar una anécdota de la infancia del entonces “pequeño Lázaro” allá en su natal Michoacán, siendo él un niño algo retraído según testimonio de personas entrevistadas en el video, en clase fue sorprendido por su profesor con un problema de matemáticas, el cual no pudo resolver, desatando inmediatamente la burla de sus compañeros, el maestro reaccionó en defensa del “niño Lázaro”, diciendo a la clase: “Para ser Presidente de México no hace falta saber matemáticas”, frase que los años corroboraron, a mi parecer por fortuna para México, no siendo Lázaro Cárdenas solo “Presidente de la República Mexicana”, sino uno de los presidentes mas emblemáticos de este nuestro gran país.
Al respecto también recuerdo una anécdota que me platico mi hijo Alejandro, siendo la siguiente:
Él estando ya en tercer grado en la Escuela Secundaria Anexa a la Normal Superior (otra gran institución), realizó una visita a dicha escuela el entonces Presidente de la República Vicente Fox Quezada, asistiendo a una clase de matemáticas en el salón de mi hijo Alejandro, estando el primer mandatario en una clase muestra, le llamó la atención una especie de pequeña computadora con multifunciones, que tenía uno de sus compañeros sobre su banca, era un artefacto plegable, lo tomó con sus grandes manos, desplegándose inesperadamente y estando a punto de resbalársele, por lo que tuvo que hacer una serie de malabarismos para evitar que el artefacto se cayera de entre las manos, ante la sorpresa de todos, lo demás lo dejo a su imaginación...
Mi reflexión es en el sentido de que la “figura presidencial” con el correr de los años, ha sufrido diversas modificaciones, ha perdido cierto glamour, es decir se ha ido relajando poco a poco (no se si para bien o para mal), antes para todo estudiante era un incentivo estudiar arduamente, o “echarle ganas al estudio” para “algún día llegar a ser Presidente de la República”, hoy por hoy, según me platica mi esposa (ella es Profesora), sus alumnos ya no son tan admiradores de la figura presidencial como lo éramos los estudiantes de antaño, y en su gran mayoría no sienten que el estudio les ayude a sobresalir en la vida, sus aspiraciones van en función de otros estímulos, como la fama y el dinero fáciles.
En lo personal siempre he tenido una postura ante la vida, en la que me veo no como un ser imperfecto o perfecto, sino más bien como un ser “perfectible”, susceptible de mejorar día a día, creo firmemente en que seremos, mejores personas, mejores padres, mejores hijos, mejores vecinos, mejores trabajadores, mejores estudiantes, mejores ciudadanos, mejores mexicanos, en la medida que nos apasionemos por nuestra vida, valoremos nuestra existencia, hagamos lo que sabemos hacer con entusiasmo y amor, por muy humilde o insignificante que parezca nuestra tarea diaria, (de hecho ninguno de nuestros quehaceres es insignificante pues todos ponemos nuestro granito de arena en el funcionamiento de este gran proyecto de todos, y que llamamos “México”), luego entonces no se necesita ser “cuate o amigo del famoso en turno para sobre salir”, sino que el camino se va abriendo con esfuerzo propio, conforme avanzan nuestros pasos, si estos siguen la luz de la razón y el impulso del corazón.
Gran comunidad de la Quince, Alberto, Erick, un placer compartir con ustedes estas líneas.
Un Afectuoso Abrazo.
Siempre quince.
Héctor Salgado Corona.
Gracias Héctor. Tus reflexiones me parecen inteligentes por mesuradas.
Un abrazo.
Mastache.
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